martes, 15 de agosto de 2017

El paso de los puertos en Sanabria

DIFICULTADES Y BANDIDOS: LA VISIÓN DE LOS VIAJEROS

Salteadores de caminos.
José I. Martín Benito

Con las modernas autovías, apenas si tomamos consciencia de lo que en otro tiempo fue atravesar las montañas.
Si el paso de los ríos presentaba dificultades, por la fuerza de las aguas o por el mal estado de los escasos puentes, no menos difícil era atravesar los puertos, en particular los que separaban la Meseta con Galicia. Eran las montañas de la alta Sanabria “las más frías de toda Castilla”, en palabras del jesuita José Martínez de la Puente[1]
El paisaje, plagado de bosques y montañas era lugar apropiado para el escondite de los ladrones. La comitiva real de Felipe el Hermoso, que en 1506 atravesó aquellas montañas en su camino hacia Benavente sufrió el ataque de los bandidos:

Debéis entender que las dichas montañas no fueron pasadas por tan gran número de gentes y tantos bagajes sin grandes trabajos, gastos y miseria, y que varios perdieron sus cobres, baúles y equipajes. Y no dudéis de que, si los gallegos son inclinados al robo, como lo son y no saben abstenerse de hacerlo, es porque hallan remisión de sus latrocinios tan ligeramente como los del país de Laleu, remisión por haber derribado un roble; es decir, matado a un hombre de mala manera, como el país les proporciona ocasión de hacerlo; pues, cualquiera que sea el robo que hayan hecho, tan pronto como pueden pasar una montaña o penetrar en un bosque, y hay allí varios, ya no se les puede echar mano. Y no dudéis que con gran trabajo y miseria el rey y todo su acompañamiento pasaron las dichas montañas y hubo muchos de los del acompañamiento que no tuvieron sus cofres hasta quince días después de la llegada del rey al dicho Benavente...”.

A la inseguridad del robo se unían las inclemencias meteorológicas, sobre todo en las épocas del crudo invierno, con ventiscas y nevadas copiosas, como a las que tuvo que enfrentarse Bernardo de Aldrete, al pasar el Padornelo y La Canda en su camino a Santiago en 1612:

Quando llegamos al lugar de Requexo, primero de Galizia, no aviendo nevado antes començó a nevar bonicamente, passamos apriessa hasta Luvian, subiendo al puerto del Padornelo i fuimos con gran priessa i trabajo de la ventisca i nieve que iva cubriendo el camino. Aiudónos la guia, i también las carretas i harrieros que ivan passando el puerto, i con esta tormenta lo passamos medio a la posta i llegamos al Padornelo, que es buen lugar, i subimos otro puerto de la Canda de la misma suerte con gran nieve, i no menos viento a la villa Vella, ribera de un rio con sus molinos i passamos adelante por aquellas montañas, todas pobladas de lugarcicos, i ia mui noche, muy elados i mojados llegamos al Pereiro, siete leguas de la Puebla, que son más que nueve porque las leguas de Galizia son maiores que las de que lo son más del Andaluzia”. 

Barjacoba. La Opinión de Zamora.
Si las condiciones orográficas, cubiertas además de densa vegetación, eran o podían ser refugio de ladrones, también podían ocultar fuerzas militares y servir de emboscada en la defensa del paso de los puertos. No se olvide que estas montañas eran las puertas de Galicia. Por ello, en el reconocimiento que del terreno hizo Dámaso de Aldao en 1810 por mandado de la Junta Superior de Armamento y Defensa del Reino, en el transcurro de la Guerra de la Independencia, se destacaba cómo la abundante maleza podía ocultar a los defensores, en el caso de una entrada de los enemigos franceses en esta parte del territorio gallego:

Desde el lugar de Requejo (que está á tres leguas de la Puebla y dos de Padornelo) se dirige acia á este la gran cuesta que llaman de los Libros, que por ser sumamente repechosa y formar en toda su extension infinitos [...] , ofrece la mejor defensa pudiendo los defensores aprovecharse de toda la maleza que cubre aquellas asperas montañas, emboscándose en ella y ofender sin ser ofendidos[2].

Aldao recomendaba construir en determinados puntos del Padornelo y de la Canda algunos barracones para albergar tropas, dado los rigores del largo invierno:

El principal de ellos es la Portilla de la Canda, que como dije arriba, dista de la de Padornelo tres leguas. En esta tambien es necesario construir igual clase de barracones que en la primera por que las situaciones de ambas están sumamente expuestas á los rigores de una estacion cruel en casi todo el discurso del año, y el pueblo menos distante está á media legua de ellas; por cuia razon no podrán acudir con la prontitud correspondiente á aquellos destinos sus defensores á no practicarse dichas obras”.

[1] “Relacion verdadera de lo que ha sucedido en la plaza y frontera de la Puebla, en el mes de Noviembre, hasta 30 dél, por el P. José Martinez, de la Compañía de Jesús, que se halló presente á todo” (1643), en Cartas de algunos PP. de la Compañía de Jesús: sobre los sucesos de la monarquía entre los años 1634 y 1648. Memorial histórico español. Colección de documentos, opúsculos y antigüedades. T. XVII, Madrid 1861-1865). Real Academia de la Historia.

[2] “Reconocimiento de las Portillas del Padornelo, la Canda, y puntos de defensa inmediatos á estas: hecho por el Teniente del Real Cuerpo de Ingenieros, Dn Dámaso de Aldao, en virtud de Orden de la Junta Superior de Armamento y Defensa de este Reino, con un breve dictamen para la defensa de aquellas”. Instituto de Historia y Cultura Militar. Sección A, grupo XV, subgrupo II. Colección General de Documentos. 4068. 1 de abril de 1810. Signatura 5-4-5-11, 63.

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