domingo, 29 de octubre de 2017

Los cordobanes de Ciudad Rodrigo, una herencia moruna


LA INDUSTRIA DEL CUERO: EL AUGE HASTA EL SIGLO XVII

José Ignacio Martín Benito

Ciudad Rodrigo. Río Águeda, castillo y barrio de las tenerías.
Dentro de las manufacturas producidas por los artesanos en Ciudad Rodrigo durante el Antiguo Régimen cobraron justa fama las relacionadas con la industria del cuero, en especial los cordobanes. Su calidad era reconocida por propios y extraños y eran comparables a las lanas de Segovia, las sedas de Granada, los linos y cáñamos de Andalucía o el hierro y cobre de Vizcaya.

En la Península, tanto el cordobán como el guadamecí tienen su origen en la España musulmana, pues fueron introducidos por los árabes a partir del siglo VIII. La capital andalusí, Córdoba, de donde toma el nombre el cordobán, fue un gran centro productor del trabajo de la piel, junto con Sevilla, Toledo, Barcelona, Valencia, etc[1]. Junto con el guadamecí (técnica de trabajo artístico badana, esto es sobre piel de carnero u oveja ya curtida), el cordobán se hace sobre piel de cabra, curtida con zumaque; ambos constituyen las dos modalidades del trabajo artístico del cuero. En el caso del cordobán, el cuero se decoraba y ornamentaba con motivos repujados o grabados, a veces pintados y recamados de oro y plata; el cordobán se utilizaba en la fabricación de guantes, zapatos, sillas de montar, estuches y recubrimiento de muebles (arquetas, cofres, baúles, asientos y respaldos de sillones...) y debía su fama a su duración y elasticidad[2].

Trabajo del cuero. Cordobán.
El primer trabajo de la piel era el curtido. En Ciudad Rodrigo se hacía en las distintas tenerías dispersas por la ciudad, pero que se concentraban principalmente extramuros, entre la muralla y el río Águeda, por la parte del mediodía. Aunque en la ciudad hubo varias tenerías y fábricas de curtido, sólo una parte de las pieles eran destinadas al fino trabajo de elaboración de cordobanes. En varios casos, era la ciudad la que entregaba los solares a particulares para la instalación de las tenerías[3].

Al menos desde el siglo XV, el concejo de Ciudad Rodrigo ejerció un proteccionismo del sector de la piel, ordenando que los carniceros sólo pudieran vender fuera los cueros una vez estuviera abastecida la ciudad. Esto también afectaba a los recatones y curtidores a los que se prohibía la venta fuera de la ciudad sin la autorización del concejo[4]. De especial interés para la ciudad tuvo la decisión de los Reyes Católicos, expedida en Valladolid el 21 de agosto de 1475, por el que concedían a los habitantes de la ciudad y a sus arrabales el privilegio de celebrar un mercado franco los martes de cada semana. Entre los productos del país libres de alcabalas y otros tributos se señalaban también los cueros[5]. Las ordenanzas que fue dando el concejo se ocupó con frecuencia de los trabajos relacionados con la piel. Así, en 1604, se ordenaba que los curtidores y zapateros vendieran la suela enjuta y no la cortaran ladeada y que en los zapatos echaran las palmillas de suela y baqueta[6].


Guadamecí.
A Antonio de Brunel, que viajó por España hacia 1665, debemos una de las alabanzas de estos productos mirobrigenses. En el capítulo XXXVIII de Diario del viaje de España escribe: “Las más excelentes materias de todas las telas, las lanas de Segovia, las sedas de Granada, los cordobanes de Ciudad Rodrigo, los linos y los cáñamos de Andalucía, el hierro y el cobre de Vizcaya, los despojos de su ganado, de su terruño y de sus minas, deberían llenar las ciudades de artesanos de las mejores fábricas de Europa”[7].

(Contiuará)

Para saber más sobre estas técnicas:
https://www.ambar-muebles.com/blog/cordoban-y-guadameci-tradicion-y-artesania-decorativa/
Cordobán.


[1] J. FERRANDIS TORRES, Cordobanes y Guadamecíes. Catálogo ilustrado de la Exposición. Madrid 1955. Sociedad Española de Amigos del Arte, pp. 22-33.

[2] A. SOLER i COLOMER, “El cordobán y el guadamecí”, en El Arte en la piel. Catálogo de la exposición de la Fundación Central Hispano, 8 de octubre-30 de noviembre de 1998, pág. 33 y J. RIVERA et alii, Manual de técnicas artísticas. Madrid 1997. Ed. Historia 16, pp. 251-252. Entre la bibliografía sobre los cordobanes, cabe citar, además de la obra de FERRANDIZ TORRE, Op. cit. las de S. ALCOLEA, Artes decorativas en la España cristiana (hierros forjados y bronces. Orfebrería y esmaltes. Muebles y artesonados, cordobanes y guadamecíes, marfiles y azabaches. Tejidos, tapices y alfombras. Bordados. Ars Hispaniae. Vol. XX Plus Ultra, 1975. Asimismo, de manera más monográfica el Catálogo-guía: Exposición de cordobanes y guadamecíes. Madrid, mayo-junio 1943. Sociedad Española de Amigos del Arte; M. NIETO CUMPLIDO, Cordobanes y guadamecíes de Córdoba. Córdoba 1973 y C. AYCART, “Los cueros artísticos: cordobanes y guadamecíes”. Revista de Folklore. Valladolid 1981, pp. 11-17.

[3] Archivo Municipal de Ciudad Rodrigo. Sección 10, sub, 1, serie 3. nº caja 199, docs. 7 y 8. Copia de escritura de pensión de 5 maravedíes cada año contra Francisco de Alcalá y sus herederos sobre una tenería que esta ciudad el dio, año 1515 y escritura de 5 maravedíes de pensión contra Juan Garzón y sus herederos sobre un solar que le dio la ciudad para hacer tenería, ante Fernando de Chaves, 16 d enoviembre de 1515. Agradezco esta información a Tomás Domínguez Cid.

[4] A. BERNAL ESTÉVEZ, El concejo e Ciudad Rodrigo y su tierra durante el siglo XV. Salamanca 1989, pág. 396.

[5] J. L. MARTÍN, El Martes Mayor de Ciudad Rodrigo. Centro de estudios Mirobrigenses. Salamanca 1992, pág. 28.

[6] Archivo Municipal de Ciudad Rodrigo. Sección 11. Ordenanzas Municipales. Sub 1, serie 1, caja 201.

[7] J. GARCÍA MERCADAL, Viajes de extranjeros por España y Portugal. Salamanca 1999, Vol. V, pág. 360.

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